sábado, 27 de junio de 2015

5.LOS TIPOS DE RESPUESTA.

Veamos cuántas respuestas pueden existir. Puede haber una respuesta directa, que el hombre expresa en su interior, la piensa interiormente, o bien la dice verbalmente. Existe, por otra parte, una pregunta y una respuesta tácitas, que el hombre no piensa, pero que las tiene en la conciencia, siempre, como “dándole vueltas”; no lo sabe expresar, o no lo quiere expresar, pero las tiene en su conciencia ocultas, tapadas: “¿Quién es Allah?”, “¿hay una Realidad última?”, “¿hay un Principio de todas las cosas?”, “¿hay un Fin último de todo?”. Por más humilde que él sea, siempre se planteará, sea en forma directa o tácita, todas estas cuestiones.

Entre las respuestas directas está la del filósofo, es una respuesta racional, que no satisface a todo el mundo. El filósofo explica la metafísica de esa pregunta y esa respuesta, y trata de encontrarles pruebas racionales. También puede haber la respuesta de la imaginación, del que no es muy filósofo, ni filosofillo, ni muy racionalista, pero concibe más o menos Quién es El, se lo imagina. Lo imagina como una fuente de luz, por ejemplo: Si es cristiano y sigue el dogmatismo, lo imagina como un ser humano, Jesús concretamente; si es hinduista se lo imagina como algo universal, no personal, Brahma, que está detrás de la materia; si es musulmán, y no tiene mucho conocimiento, se lo imagina como la luz, tal es el ejemplo que usa el Corán: Allah es la Luz de los Cielos y de la tierra, es decir no como algo personal, pues es imposible que El sea una persona.

El está presente en todo, pero no está con exclusividad en algo particular; además, no está en una sola cosa, como Jesús (P), porque Allah o Dios es Infinito, y las cosas individuales, las personas, cualquiera sean, son finitas, tienen un límite en el espacio y en el tiempo, surgen y desaparecen, tienen una silueta, una forma, y un tiempo limitado de vida. Además todas las cosas dependen unas de otras; todo en este mundo, sin excepción, es interdependiente. Entonces, El, que es Infinito, no puede ser un objeto, porque El no depende de nada. A Jesús (P) le pegaron, según dicen los evangelios canónicos, y en ese momento dependía de quien le pegaba, y si le hubiesen querido pegar más, lo hubiesen hecho; entonces dependía de otro. Sin embargo, Allah no debe depender de nadie, es absoluto. No existe, en definitiva, una idea personal de Allah en el Islam, El no es una persona.

Excluido el espantajo de “persona”, propio de la mente idólatra, el hombre cristiano puede concebir perfectamente Quién es El, tener un acercamiento aunque sea racional a la idea del Islam sobre “Dios”[1]. En conclusión la respuesta a “¿Quién es Allah?”, alguno la expresa con la razón, otro con la imaginación y, por fin, algo que todavía no mencionamos, otros siguen la opinión de un tercero, que le enseñó Quién es el Principio de todas las cosas, sea un sacerdote, un rabino, un monje hindú, un filósofo, etc., o bien sigue la tradición de los padres, un dogma en definitiva. Pero en tales casos, sin excepción, nunca logrará una respuesta propia. Esta persona recibe de otro su respuesta, por lo cual no es algo que sale de su corazón, del fondo de su ser. Sobre todo en el Islam rechazamos seguir ciegamente la tradición de los padres, por mera obediencia sin convencimiento, y afirmamos que la tradición sagrada proviene de los maestros de la humanidad, los Profetas (P) la cual es la única verdadera. La que se transmite del padre al hijo, no es válida en tanto el hijo no la pruebe y se convenza de ella. Cuando él la experimente, y sepa si es verdadera o falsa, la podrá aceptar o rechazar. Además creemos que a través de la “tradición de los padres” se corrompe la sociedad humana.

En conclusión, la respuesta puede ser directa, la de la razón, de la imaginación, y, por último, la opinión o falsa tradición, es decir el dogma impuesto por la creencia oficial o “tradición de los padres”. Pero, por otro lado, la respuesta puede ser tácita; alguien que no quiere pensar, tampoco quiere dar respuesta a la cuestión; está dedicado por entero al deporte, o al juego, o al sexo, o a los cantantes de moda, o está detrás de alguna ambición política, o de la riqueza material, y acumula dinero. Para él eso es “Dios”. Para cada uno de estos seres, cada una de las cosas que busca con amor y con ahínco, es “Dios”, es lo divino. Ha suplantado así al verdadero Divino por uno falso, tal es el auténtico idólatra. A través de un dios del sexo, de la moda, del juego, de la bebida, o cualquiera de las cosas que nosotros consideramos vicios, él ha dado salida a su necesidad de adoración, y se ha constituido un culto para sí mismo.

Sin embargo, éste que se ha negado a pensar y buscar también va a tener que dar alguna vez la respuesta, porque algún día deberá morir, y entonces se terminó el juego y la farsa, o puede accidentarse, sufrir, y entonces deberá buscar respuestas a las cosas, a la Realidad, y cómo puede tratar con esa Realidad Suprema, para que no le pasen cosas como las que padece.

¿Cuál es la respuesta del Islam? Al lado de todas estas preguntas y respuestas el Islam tiene la suya: El es según El Mismo dice ser. El es cómo El dice que es. No hay teología racional o natural posible, la verdadera teología es la Revelación del Señor de los seres, no la teología humana. El es como El dice que es. A Moisés le dice en la zarza ardiente: “Yo soy el Eterno, Yo soy el que Soy”. A Muhammad le dice lo mismo: “Yo soy el Señor de los seres, no hay Divino más que Yo”, y dice también: El es Allah, Uno y Único; Allah Absoluto y Eterno; no procrea ni fue procreado, (es decir, no genera nada de Sí, ni es generado por nada que Le anteceda, y no hay semejante a El nada en absoluto. Si entendemos esto, entonces entendemos la respuesta del Islam[2].

[1] La palabra “persona” significó originalmente “máscara”, por eso decimos que es un espantajo.

[2] Dice en árabe: “qul Hua Allahu Ahad”, “Di (Profeta) El, Allah, es Uno”; “Allahus-Samad”, “Allah es Eterno y Absoluto”; “Lam ialid”, “no procrea”, es decir no genera nada, no tiene prole, ni hijos; “ua lam iúlad”, “ni fue procreado”, es decir no tiene padres, ni antecedentes anteriores a El, es el Primero y el Ultimo, no existe nada ni nadie fuera de El; “ua lam iakun lahi kufúan áhad”, “ni hay en absoluto nada ni nadie semejante a El”, es decir no existe ningún ejemplo de El en ningún objeto, en ningún ser, que lo represente o que sea El en persona. El es, entonces, como El mismo dice ser, según El mismo lo manifiesta en Su Revelación. No hay encarnación, ni consubstanciación, ni nada por este estilo en el Islam.

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